El viejo del bungalow de la playa juraba que, por las noches, veía desde el patio a una mujer de vestido blanco. Emergía de las profundidades, a un centenar de metros de la arena, y danzaba para él sobre el mar, invitándolo a acompañarla. «Eso que ves es la boya» le avisaban todos «, que refulge con la luz de las farolas del paseo». Pero él tenía claro que se equivocaban.
Una mañana, muy temprano, la viuda de la esquina se encontró la camisa amarillenta del viejo tirada en la playa, empapada de arena y mar. Rápidamente llamó a emergencias, pero poco se pudo hacer, pues no se encontró el cuerpo sin vida del viejo.
Muchos cuentan ahora las leyendas del viejo loco y la boya, pero a él no le importa cómo lo llamen. Es feliz subiendo todas las noches para danzar sobre el mar con su querida bailarina blanca.
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