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miércoles, 23 de octubre de 2024

Cómo sería el Señor de los Anillos si hubiese sido una partida de rol

Si el Concilio de Elrond hubiese sido el gancho de una partida de rol, para enlazar una aventura con una campaña, habría sido algo así:

(Nota: me he tomado unas cuantas licencias, como usar la escena del Concilio de la película y no del libro :P ).

El director de juego, John, describía el tumulto que se había formado en el Concilio de Elrond con el Anillo Único, hablando por todos los PnJ, alzando la voz para confundir a los jugadores, que también discutían entre ellos. En ese momento, Alfred alzó la voz para imponerse al resto de los jugadores:

—Frodo se levanta de su sitio y grita «yo lo llevaré. ¡Yo lo llevaré! ¡Yo llevaré el anillo a Mordor!»

—¿Y cómo piensas hacerlo? —le preguntó Arabel.

—Pues ni idea, no sé cómo voy a hacerlo.

John sonrió, dejando de poner voces a todos los PnJ que discutían:

—Al oír la voz del mediano, Gandalf el Gris pone una expresión de tristeza, pero avanza hacia Frodo y le toca el hombro, a la vez que dice «yo te ayudaré a llevar esta carga, Frodo Bolsón. Mientras seas tú quien la lleve».

—¡Toma ya! —masculló Alfred—. Ya sabía yo que esto era un gancho de aventura y que tenías algo preparado.

— Pues Aragorn avanza un paso y dice «si con mi vida o mi muerte puedo protegerte, lo haré» —dijo Arabel, mientras se levantaba de su silla, emocionada, simulando que desenfundaba la espada—. Y saca su arma y añade «cuenta con mi espada».

—¡Qué pasada de frase! —dijo Leonard, que también se puso en pie—. Cómo se nota que ya os habéis metido en el personaje. Pues entonces Légolas va y dice «y cuenta con mi arco».

—Pues tendrás que conseguir muchas flechas para ese elfito que te has hecho, que esto me suena a campaña dura en la que vas a necesitar más de un carcaj —le previno Ginny.

Leonard hizo un gesto con la mano, seguro de sí mismo:

—No hace falta, si me quedo sin flechas, ya las iré recuperando de los cadáveres.

—O del suelo, seguro que las fallas todas —rio Ginny.

—¿Cómo? ¿Qué te juegas a que me cargo más enemigos que tú?

Ginny le dio un apretón de mano:

—Trato hecho. Por cada muerto, hacemos una marca en la ficha. A ver quién gana.

John carraspeó, intentando llamar la atención de los jugadores.

—¿Alguien más se apunta?

—¡Sí, sí! —gritó Ginny—. Gimli se baja de la silla de un salto y dice «¡y con mi hacha!»

—¿Con tu hacha? —preguntó, extrañado, Alfred.

—Sí, que cuentes con mi hacha. Que Gimli se apunta, narices.

—Ah, vale, vale, qué tontería, no te había entendido.

Se hizo un silencio en la mesa y todos miraron a Bárbara, que estaba cruzada de brazos, recostada en su silla y con cara de desagrado.

—Boromir no avanza—los informó.

—Pero Bárbara —le pidió John—, que aquí empieza la aventura, que es el gancho.

—Pero no tiene sentido —protestó ella—, está muy forzado. Además, Boromir no se iría con ese montón de pringados. Y menos para hacer de perrito faldero del que le quiere quitar el reino a su padre.

—Oye, que yo no quiero que mi personaje se quede como rey de nada, que mola más jugar aventuras que gestionar un personaje de nivel alto con reinos—se quejó Arabel.

Bárbara no quería ceder y seguía de brazos cerrados.

—Bueno, pues ya veremos qué hacemos con tu personaje —suspiró John.

—Vale, vale, Boromir avanza un paso para unirse también al grupo. Pero ni saca el arma, ni nada, que es muy suyo. Y a ver si te lo curras un poco más la próxima vez.

En ese momento, justo cuando John iba a protestar, alguien llamó a la puerta. Se levantó de la silla y tapó sus apuntes para evitar que alguien le echara una mirada a la partida detrás de la pantalla. Al poco, volvió con Sammuel, Mary y Pippy, con las manos cargadas de boles de comida. Todos se levantaron para saludarlos y ayudaron a distribuir las viandas por la mesa, apartando fichas y dados por igual.

—Perdón por llegar tarde, hemos tenido líos, pero ya estamos aquí, ¿qué nos hemos perdido? —preguntó Mary.

—Pues nada, que hay un elfo importante... —comenzó Ginny.

John la corrigió al instante:

—Elrond.

—Eso, Elrond y Ganfal.

—Gandalf.

—Si me corriges todo el rato, no vamos a acabar —protestó ella.

—A este paso, ni empezar —rio Pippy.

—Bueno, el caso es que quieren lanzar el anillo mágico ese que tiene Frodo a un volcán en Mordor para destruirlo, porque es muy peligroso o algo así, y nos hemos ofrecido a llevarlo.

—Yo el primero, eh, yo el primero —apostilló Alfred, a lo que Arabel le dio unas palmadas en la espalda, condescendientemente.

—¡Ah, pues Sam también se apunta, por supuesto! —comentó Sammuel —. Y seguro que los personajes de Mary y Pippy también—añadió, ante el gesto afirmativo de las dos muchachas.

Bárbara torció el gesto, con enfado, y le miró con mala cara:

—Vuestros personajes no están allí, de momento no se pueden apuntar.

—Es cierto —confirmó John.

Mary iba a protestar, mirando de mala gana a Bárbara, pero Pippy se le adelantó diciendo:

—Bueno, pero los medianos se habían colado en la reunión y estaban escondidos, escuchándolo todo. 

—¡Qué buena idea! —masculló Sammuel—- Y al ver que Frodo se iba de aventuras, Sam sale del escondite y dice «¿pero seguramente usted no lo enviará solo, señor?».

—Elrond te responde «¡no por cierto! Tú lo acompañarás al menos. No parece fácil separarte de Frodo, aunque él haya sido convocado a un Concilio secreto y tú no».

—Y Pippin también sale de su escondrijo para apuntarse.

—Y Merry, y Merry, vamos, de cabeza, con cara de tonta sorpresa porque se van sus amigos y él no.

—¿No deberían tirar por sigilo para ver si les habrían pillado al intentar esconderse antes del concilio? —protestó Bárbara—. Es que si no, no va a ser nada verosímil.

Pero John respondió con un gesto negativo con la mano:

—Nah, que va, tienen muy buen sigilo y estabais todos hablando tanto que ninguno os fijasteis. A ver si por sacar una mala tirada se estropea el gancho. Elrond les echa la bronca también a Merry y a Pippin por haberse colado, pero luego les deja entrar.

Mientras hablaban, Ginny le pasaba una nota a Alfred, en la que ponía «qué pesada es Bárbara, verás como se aburre pronto y hace que su PJ se muera parte abandonar».

Alfred se rio en bajó y le habló en susurros.

—No sería la primera vez.

—Ni será la última —rio a carcajadas Ginny, ante la mirada de todos, en especial la de la malencarada Bárbara. Sospechaba que hablaban de ella, pero por una vez se contuvo.

—Bueno, pues entonces aquí comienza la aventura, con el grupo de aventureros del anillo.

—¡Qué mal suena! —se quejaron todos.

—¿Qué tal la hermandad del ánimo—sugirió Giny.

—Mejor la compañía del anillo —respondió Arabel.

—O la comunidad del anillo —dijo Sammuel.

—¿Comunidad de qué? ¿De vecinos? —rio Ginny.

—Pues a mí me mola, por mí nos podíamos llamar así —comentó Alfred. Todos comenzaron a votar entre las opciones, decidiendo dejar el último nombre para el grupo.

—Bueno, yo lo voy a seguir llamando compañía del anillo, me mola más —terció Arabel.

John la cortó para continuar con la historia:

—Elrond se levanta y dice «dos humanos, un enano, un elfo, cuatro hobbits y un mago, formando la Comunidad del Anillo».

—¿Cómo que un mago? —se extrañaron.

—Sí, Gandalf va con vosotros.

—Ya estamos con el PnJ niñera —protestó Bárbara—. Si va a ser muy difícil la aventura, pues la ajustas, pero no podemos estar tirando de un PnJ.

—No, es que tiene sentido en la trama. Os juro que no va a dar ni pistas ni va a hacer los combates más sencillos. No voy a hacer ni siquiera que use magia, como mucho un conjuro de luz, ¿vale?

 —Pues vaya mago  —rio Pippy.

Los jugadores murmuraron entre ellos durante un rato, pero finalmente aceptaron al personaje en el grupo.

—Oye, que lo mismo cuando Smeeral vuelva de la India quiere apuntarse. Podría usar ese personaje —comentó Mary.

John titubeó: 

—No, es un personaje muy poderoso —pero pronto se le ocurrió una alternativa—. Mmh, podemos usar otro PnJ que os vaya siguiendo o algo así. Y cuando venga, pues se lo coge y lo metemos en la aventura de alguna forma.

—Ah, mola, mola —aplaudió Mary, mientras comía un poco de puré de garbanzos.

—¿Pero no somos muchos? —cuestionó Bárbara—. A mí más de seis jugadores me parecen un mogollón.

—Bueno, lo vamos viendo —dijo John—. Creo que no tendremos problemas. Pero, si las agendas se complican, lo mismo podemos dividir el grupo en dos y os dirijo dos historias alternativas en paralelo. No sé si dará para eso, pero se puede intentar.

Y la aventura siguió, mientras los jugadores comían, tiraban dados e iban haciendo marcas de cadáveres en sus fichas. «Jo, ojalá salga una campaña redonda, como la primera parte» pensó John. «Molaría poder escribir un libro de lo que salga aquí, aunque no sé si daría para muchas páginas».

6 comentarios:

  1. EL PUTX AMO 👏👏👏👏👏👏

    Divertido, verosímil, lleno de guiños al rol, a la vida real de los actores, a la propia saga....

    EXPECTACULAR, me rindo a sus pies maestro

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  2. Tal cuál! Y tirando de metajuego. Insinuando a Barbara... o vas con ellos o te quedas fuera de la campaña 😂

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  3. Jajajajajajaja!!!
    Que bueno... y realista!!!
    Gracias por unas buenas risas 👏🏻👏🏻👏🏻

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    Respuestas
    1. Gracias a ti por leerlo ☺️. La verdad que yo también me he echado unas risas escribiéndolo, está bien saber que no soy el único 😂

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