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lunes, 12 de agosto de 2024

Descolgando los dados

He colgado los dados de rol. Temporalmente, no por mucho tiempo. Han pasado algo más de 4 meses desde que dirigí la última partida de rol (finales de marzo) hasta que he vuelto a dirigir otra aventura, aunque fuese a mis hijos. Pero en este tiempo me había planteado seriamente dejar el rol para siempre, no dirigir nada más y solo continuar con una campaña como jugador, la única que tengo ahora en agenda, que es la fantástica campaña que nos está dirigiendo Prefauko a Strahd. Pero no jugar nada más. Cero.

A colgar los dados

Ya desde finales del año pasado, no me encontraba cómodo con el rol. Era por diversos y variados motivos: no encontraba tiempo ni ánimo para preparar aventuras; cuando dirigía algo, no me sentía nada cómodo (llegando a dirigir las peores aventuras que he dirigido en toda mi vida); jugando muy apático, muy por debajo del nivel del grupo de jugadores; desanimándome al perder jugadores en campañas y al quedarse campañas abiertas por culpa de agenda; en fin, de todo un poco, pero sobre todo era dedicarle tiempo a un hobby para al final no divertirme con él.

Además, poco ha ayudado el autodescubrirme como un mal máster con treinta años de experiencia. Siento que he tenido una evolución similar al diagrama de Dunning-Kruger, pero cayendo del monte de la estupidez de espaldas hacia atrás: evolucionando desde los inicios adolescentes, cuando pensaba que se me daba bien (en el monte de la estupidez); descubriendo muchos años más tarde que bueno, que era uno del montón; y admitiendo, ya bien entrados los cuarenta, que no, que realmente no se me da bien dirigir, que tengo (tenía) imaginación para que se me ocurriesen aventuras pero que realmente cualquiera que las dirija lo puede hacer mucho mejor que yo. Que valgo más para crear semillas o guiones sencillos de aventuras que para dirigirlas. Total, en el cine también hay guionistas y directores.

Diagrama de Dunning-Kruger

Y tengo que admitir que no he echado nada de menos las partidas. He seguido leyendo muchas cosas de rol e incluso he publicado en este blog la aventura de la torre de Tolomeo. No ha sido dejarlo todo al instante, pero si plantearme no jugar más. Solo rol contemplativo. Colgar los dados. Total, 30 años de hobby ya es mucho tiempo vivido, para qué más.

Mi amigo Javi se reiría de mí, ya que no es la primera vez que pensaba en colgar los dados; supongo que soy una onda sinusoide de ánimo rolero, pero esta vez me había propuesto en serio lo de dejarlo.

Aunque, al final, ha habido ciertos factores que me han hecho pensar que quizá no tenga que dejar el rol, sino cambiar cómo lo vivo.

En parte, ayudaron a pensar en el cambio mental mis hijos, pidiendo partidas de vez en cuando, porque lo echaban de menos; mi amigo Fran lanzando algún comentario ("mi hijo ya se está picando con esto del rol, algún día nos tienes que dirigir" o el antiguo "tú dirige a lo que quieras pero dirígenos"); el grupo de novatos de D&D, también con algún comentario de su campaña. Cosillas que animaban a continuar. Supongo que muchas veces la falta de feedback (tanto bueno como malo) es contraproducente.

En parte, asumir que no puedo hacer o probar tantas cosas, sobre todo si no tengo tiempo o no se me dan bien: si no soy capaz de crear un sandbox, ¿por qué perder el tiempo viendo si me inspiro para hacer uno?; si las campañas con un arco largo me fallan y lo mío son aventuras autoconclusivas, ¿por qué no continuar así?; si soy más de aventuras de combate y acción, ¿para que darle tantas vueltas a lo que sé que me cuesta tanto y que me va a bloquear? No digo no probar cosas nuevas, pero tampoco dejarse obsesionar por ellas si no son más que una interferencia que no te llevan a ningún sitio.

En parte, quitarme de encima el nivel de exigencia, compararme menos y admitir el tipo de jugador que soy. Todo esto vino a raíz de una conversación con mi amigo Rolero de Hamelín, mientras piscineábamos, que me hizo pensar bastante. Quizá la gente con la que juego, desde un punto de vista tanto de jugador como máster, se mete más en el personaje, se estresa menos con la dirección, le cuesta menos prepararse o le consigue sacar más rendimiento al tiempo dedicado, sabe motivar más a los jugadores, no lo sé. Quizá yo siempre he sido demasiado táctico y dungeonero y carezca (que lo hago, lo admito) de cualidades de actor (algo que me gustaría tener, pero no tengo), así que con jugadores con ese perfil la cago. Quizá quería mantener (por el qué dirán) un Status Quo de rolero viejo "experto" cuando solo soy rolero viejo. Quizá solo deba ser un simple jugador de rol y divertirme con ello, punto.

¿Fue esa charla el todo que me hizo cambiar de opinión, o solo la clave para resumir los 4 meses de parón pensando si dejarlo o no?

Lo que tengo claro es que me toca desaprender. Pero no del rol, de eso ya he desaprendido mucho, sino de mí mismo. Dejando de exigirme con el rol para divertirme con él.

Toca descolgar los dados. Toca volver al hobby.

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