Cuando acabe este año, llevaré ya treinta metido en esto de los juegos de rol. Pasa el tiempo y ya van cinco desde que escribí un post hablando de mi veinticinco aniversario rolero. Y, aunque pudiera parecer que en este tiempo no han cambiado muchas cosas, en esencia sí que he sufrido cambios profundos.
En estos últimos años, he podido jugar y dirigir mucho más de lo que había conseguido en los años anteriores a ese post. Que la gente por fin se uniese masivamente al rol online por culpa de la pandemia me ha permitido tirar muchos dados virtuales y el año pasado, 2022, fue especialmente fructífero para mí.
Este tiempo también me ha permitido descubrir más sobre mi forma de dirigir. Y veo que, al menos desde un punto de vista de dirección, he ido a peor, y eso que siempre fui mediocre. A la hora de estar como jugador, también he descubierto mis carencias, aunque eso puede estar ocasionado por el estilo de juego que tenga cada uno (sí, ya sé que cualquiera sabe y puede jugar al rol... pero a veces uno puede sentirte un poco fuera de juego con grupos con un alto nivel de "exigencia").
No sabría decir el porqué, porque quizá sea un cúmulo de factores: a lo mejor, sin saberlo, me he vuelto más exigente conmigo mismo; o, quizá antes tenía una mejor concepción de mis cualidades como director de juego y, poco a poco, me he dado cuenta de que no era así y dejo bastante que desear; o que me he comenzado a juntar con gente realmente buena en eso de dirigir y meterse en el papel (tengo la mala costumbre de juntarme con gente a la que se le da todo bien) y, en la comparación, salgo perdiendo; o que mi estilo de juego, más táctico, afectado por el mazmorreo de los años jóvenes, no da más de sí al juntarme con gente más narrativa; o, aunque pueda jugar con más gente online que antes, la vida me ha atropellado con el nacimiento de la tercera goblin y no me da tiempo a desarrollar historias y personajes, pues hay cosas más importantes que el ocio friki, que se tiene que conformar con las migajas robadas a horas de sueño; quizá sea que estoy pasando una racha de desilusión existencial al no encontrar nada que se me dé bien; o puede que, simplemente, me esté comenzando a cansar del rol.
Tengo tantas cosas en la cabeza que me gustaría hacer y que no llegan a ningún puerto, ya no solo por falta de tiempo, sino también por miedo a la desilusión de que sea completamente ignorado (como suele ocurrir), porque no guste o porque no me veo con autoridad para hablar del tema (algo que daría para hablar sobre mi presencia en el pódcast de charleta rolera de PNJs secundarias): artículos sobre estadísticas y creación de mecánicas para juegos de rol; vídeos sobre lo que he aprendido en la teoría de Fate aunque luego no sepa aplicarlo en la práctica; aventuras de rol que ya he dirigido para subirlas al blog; o publicar de una vez el juego de "rol de paseo" que lleva ya cinco años de desarrollo, jugándolo con mis hijos, único sistema del que me siento realmente orgulloso (y eso es difícil de decir).
Y, tras treinta años de rol, cada vez me preguntó más cómo puedo saber cada vez menos. Porque treinta años no significan nada.
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