Me ducho con miedo. Me cuesta mojarme la cabeza y disfrutar del agua deslizándose por mi rostro, poder cerrar los ojos tranquilamente, relajarme.
Me ducho con miedo. Siempre me imagino que, al abrirlos, habrá aparecido una sombra espectral al otro lado de la mampara, que me llevaba acechando durante días para surgir en ese preciso momento.
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Me ducho con miedo. Y la veo abalanzándose sobre mí, con una sonrisa incorpórea, atravesando el cristal, entrando en la ducha, ocupando mi cuerpo por la fuerza y expulsando mi alma.
Me ducho con miedo. Pensando en mi espíritu perdido, sin carne en la que adherirse, sin cielo al que marcharse, en una eternidad sin descanso.
Me ducho con miedo, porque es así como yo robé este mismo cuerpo, al que perseguí hasta ver la mejor ocasión de poseerlo. Porque temo que, cualquier día de estos, me vaya a pasar a mí.
Dicen que quien roba a un ladrón... Jjajajajja, me encantan los giros que le das a las historias.
ResponderEliminarPobre ladrón, a mí es que me da hasta un poquito de pena.
EliminarMuy bueno el final de la historia.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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