buscándole el corazón
a esta mazmorra maldita
donde encontrar un filón,
de tesoros relucientes,
plata y algún que otro doblón,
y algunas cosas con magia,
un anillo protector,
o colgantes y pulseras,
con suerte alguna poción,
un par de buenas varitas
o un cetro conjurador.
La bárbara va primera,
con un enorme espadón.
La sigue de cerca el bardo
cantando una canción.
La clériga ha preparado
conjuros de curación.
Último el guerrero enano,
siempre tan refunfuñón.
Encuentran goblins guerreros
qué luchan sin mucho ardor.
Muy pronto son derrotados,
luchan sin complicación.
Recorriendo el laberinto,
hasta una bifurcación,
no saben de esos caminos
elegir de entre los dos.
"Vayamos por derecha,
me lo dice mi intuición".
Avanza firme la clériga
con una premonición.
Una mortífera trampa
les hiere de refilón.
Están echando de menos
a su amigo el buen ladrón.
Se les apaga la antorcha,
negro está, como el tizón.
Por suerte el guerrero enano
disfruta de infravisión.
"Venid por aquí, muchachos,
encontré un gran portalón.
Seguro que es la guarida,
puede ser de algún dragón".
Los goznes chirrían muy fuertes,
dándoles mucho terror,
Pero lo que allí se encuentran,
Pequeño es como un tejón.
Un simple goblin espera
con clases de jugador,
con seis niveles de mago
y otros tantos de ladrón.
Comienza a decir palabras
que son de otra dimensión,
y les arroja un conjuro,
parece de evocación.
"¡Cuidado, bola de fuego!",
grita el bardo alrededor.
Todos al suelo se lanzan,
¡tirada de salvación!
La bárbara afortunada,
Tiene una buena evasión.
El conjuro no la para
y ataca con su espadón.
El enano, un poco lento,
sufre toda la explosión,
pero resiste el embate,
alta es su constitución.
El bardo, gran afectado,
su tirada la falló.
Al suelo cae sin conciencia,
necesita un sanador.
La clériga, junto al bardo,
invoca al Gran Creador,
le impone mágicas manos,
conjuro de curación.
"No temáis, aquí estoy de vuelta",
proclama el bardo cantor,
toca su afinada flauta,
para inspirarles valor.
El goblin es todo un creído,
imagínase vencedor,
pero entre bárbara y enano
le sacan de aquel error.
Hacen múltiples ataques,
y un crítico ganador,
acaban con su enemigo,
difunto goblin campeón.
"¡El tesoro, por fin nuestro!",
el cofre pesa un montón.
Revientan la cerradura
con un golpe destructor.
El cofre, lleno hasta arriba,
completito está el cajón,
de una pila de pedruscos,
¡allí sólo ven carbón!
Los goblins de esas mazmorras
le daban mucho valor
a aquellas rocas negruzcas
que proporcionan calor.
Sus sacas se quedan vacías,
quizás en otra ocasión,
pero ganan experiencia
y suben su profesión.
Salen de aquella mazmorra,
con nivel de promoción.
lo del oro es lo de menos,
consiguieron emoción.
Vuelven al pueblo cercano
los héroes de esta canción
y paran en la taberna
buscando nueva misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Al introducir un mensaje, se mostrará el usuario Google con el que has realizado dicho comentario. En caso de no querer mostrarlo, por favor no insertes ningún comentario.