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viernes, 20 de mayo de 2022

Microrrelato: Unas vacas y un autobús

El carrito de Miki, cargado con una bolsa de la compra atiborrada de productos infantiles, pañales, toallitas, potitos y cereales, pesaba una barbaridad, sobre todo al intentar subirlo al autobús sin nadie que se ofreciese a ayudarla. Miki se quejó cuando se le cayó Nuno, su muñeco dudú, y miró hacia arriba para ver si su madre se había dado por enterada. Raquel suspiró y se agachó para recogerlo mientras el tipo trajeado de pelo repeinado que prometía canas criticaba, detrás de ella, su lentitud; parecía que solo él tenía prisa y no podía perder el tiempo viendo como alguien recogía un muñecajo. Pero Raquel intentó con todas sus fuerzas no pensar en eso, evitó imaginarse a sí misma gritándole cuatro cosas hasta que le estallase la cabeza al tipo, quedando su cuerpo trajeado sin lugar para su pelo repeinado. No, Raquel no pensó en ello, bloqueó su mente y acarició la cabeza de Miki, que la miraba con curiosidad.

Buscó la tarjeta del autobús ante la desesperación del tipo trajeado, con las prisas se había olvidado de tenerla a mano, poniéndose más nerviosa aún, hasta que el conductor le concedió un respiro y la dejó entrar sin pagar. «Gracias, ahora paso la tarjeta en el lector de atrás» susurró ella agradecida, olvidando al tipo trajeado y viendo como Miki sonreía.

jueves, 19 de mayo de 2022

Microrrelato: Dejando el barrio

Paseaba por el bulevar mirando todo a su alrededor, intentando capturar todos los detalles, con una sonrisa bobalicona de felicidad y tristeza en la cara, recordando todo lo vivido en aquel barrio durante los últimos cinco años. La mañana, soleada, invitaba a andar y a saludar con alegría a cuanto vecino se cruzase.

Le iba a dar mucha pena marcharse de allí. Iba a dejar atrás tantas cosas, a tanta gente buena.

La frutera de al lado de casa, que se le adelantó arrastrando el carrito que usaba para llevar sus productos a domicilio, le dedicó el último chiste que se había aprendido mientras apretaba el paso para seguir con su trabajo. «Qué maja que es esta chica» pensó él mientras seguía con su tranquilo caminar en aquella mañana soleada. Repasó el chascarrillo que le acababa de contar y se rio a carcajadas cuando por fin lo pilló.

lunes, 16 de mayo de 2022

Aventura de rol: Los tres cerditos y el ático cerrado

Aquí os traigo una nueva aventura de rol para niños, «los tres cerditos y el ático cerrado» 👈 (ese enlace es para su descarga directa, desde el inicio del artículo, por si no te interesa leer el resto XD ).

Esta vez es para el juego de rol Pequeños Detectives de Monstruos de Nosolorol. Es una aventura que ya tiene su tiempo y que jugaron mis dos goblins con cinco años. Aparte de jugarla con ellos, también tuve la suerte de dirigirla en las jornadas FAM que se organizaron en Madrid en 2019 y en Ludiversia, cuando me invitaron a pasar un día y me hicieron la encerrona para dirigir :D (ojo, que son gente muy maja, que luego me acabé haciendo socio del club ;) ). En fin, no son muchos testeos pero al menos tiene tres partidas a sus espaldas.

En esta ocasión, los pequeños detectives de monstruos son requeridos por sus amigos, los tres cerditos, porque la puerta del ático en la casa de Cerdito Mayor no se puede abrir y necesitan su ayuda. Se la habían pedido al lobo feroz, pero este no ha llegado y no podían esperar más.

jueves, 24 de febrero de 2022

Revisión 3 de la aventura de las zanahorias de Gurriato

Aquí está una nueva actualización de la aventura de rol de las zanahorias del gigante Gurriato. Esta vez, con el mapa de la granja, que lo había dejado pendiente hace un par de meses y por fin me he puesto manos a la obra.


No es que sea una pasada de mapa, pero lo suficiente para dar el pego. Con la de herramientas chulas que habrá, y yo sigo tirando de AutoREALM.

La aventura estaba anunciada en este artículo: Aventura de Rol: Las zanahorias del gigante Gurriato, aunque os las podéis bajar de estos enlaces directamente para no tener que estar navegando más:

viernes, 18 de febrero de 2022

Microrrelato: ¿Queda mucho, mamá?

Marta echó una rápida ojeada hacia los asientos de atrás del coche, para ver cómo estaban sus hijos. El más pequeño debió de sentir el movimiento, porque pronto comenzó a preguntar:

—¿Queda mucho, mamá?

—Sigue quedando una hora —respondió ella con resignación—. No hace falta que preguntes cada cinco minutos.

—Es que me aburro.

—Tú sigue jugando.