Lucía llegó al dormitorio compartido tras el paseo nocturno, con la pesada bolsa a sus espaldas. Cualquiera diría que estaba solo llena de piedras. Sus amigos veteranos del campamento de verano, entre sonrisas cómplices, les habían dicho a ella y a los otros niños nuevos que había sido una gran noche de caza y que habían capturado a un montón de gamusinos en la oscuridad, pese a que los novatos no había visto ninguno. «Es que hay que tener buen ojo y experiencia para encontrarlos» les había comentado el líder de los veteranos.